Pienso y Existo

abril 8, 2008

Anatomía de un suicidio

Filed under: Realidad — Wilmar Perez @ 10:01 am
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El objetivo principal del mercado accionario y de valores es obtener ganancias a través de la varianza de la confianza estimada sobre el futuro comercial de una compañía o producto. Si bien se pueden generar ganancias al alza y ganancias a la baja, se genera una sensación más prolongada de estabilidad y confianza económica cuando el valor relativo de los indicadores del mercado sube a niveles tolerables por las bancas centrales, que les permiten tomar medidas dirigidas a controlar la inflación que genera la abundancia real y virtual de dinero en la economía. Independientemente del área de negocios, todas derivan directa o indirectamente sus ganancias de los productos básicos del mercado: alimentos y materias primas. ¿Por qué, entonces, los gobiernos y empresarios no despiertan y ven el peligro que para sus bolsillos traerá el calentamiento global?

 

Los seres humanos tendemos a valorar sólo los resultados alcanzados en cortos períodos de tiempo. Por eso resulta más importante sacar millones de barriles de petróleo hoy que conservar las reservas glaciares del ártico y así garantizar las corrientes submarinas y con ellos la estabilidad climática del planeta y, por tanto, la producción agrícola de los decenios por venir. Resulta más productivo enviar a la atmósfera miles de toneladas de gases tóxicos que conservar el aire limpio para ahorrar millones de dólares en tiempo de personas que deben seguir tratamientos médicos para recuperarse de los problemas respiratorios causados por el smog. Quizá es más costoso desarrollar nuevas tecnologías energéticas que continuar taladrando la tierra en los sitios más inhóspitos para obtener aquella sustancia pegajosa y negra que ha sido la peste de la humanidad desde cuando la corte británica decidió cambiar sus buques de vapor por buques alimentados por diesel.

 

Con nuestro egocentrismo en un nivel máximo, los humanos venimos destruyendo el planeta de polo a polo. Aquellos que se atreven a defenderlo son mirados con una sonrisa complaciente, se les da una palmadita a la espalda y un cheque de varios miles de dólares para que sigan tranquilos financiando campañas paliativas que difícilmente marcan un cambio significativo en la tendencia de destrucción iniciada desde nuestro “gran” invento: la sociedad industrial. Lo que es difícil de comprender es por qué los industriales y hombres de negocios no ven que están acabando con la gallina de los huevos de oro. Es posible que a Wall Street le importe un cuerno la extinción de una especie de coral pero ciertamente les debe importar el efecto mariposa de dicha extinción afecta la cantidad de pescado que capturan los barcos japoneses y cuyas navieras también suben y bajan en la bolsa.

 

Con el agotamiento de la diversidad natural de las selvas, océanos y paramos se disminuye progresivamente la disponibilidad de materia prima biológica, indispensable para la producción manufacturera de cientos de fabricas en el planeta. La disminución de la producción lleva al desempleo y este a su vez presiona el gasto fiscal y aumenta la delincuencia; tarde o temprano inclusive los países con grandes reservas monetarias entrarían a un estado de caos similar al que llevo a los grandes conflictos bélicos del siglo XX.

 

Como un último caso a analizar, se encuentran los grandes emporios turísticos que, al paso que vamos, sólo podrán mostrar cemento y estructuras inmensas de hormigón. Las islas paradisíacas del Pacífico o el Caribe serán simples burdeles de mala muerte donde el único producto llamativo serán las morenas piernas abiertas de sus mujeres. La industria hotelera mueve millones de dólares anuales a todos los niveles, ¿será que su contribución a la generación de desechos en ecosistemas frágiles los vuelve ciegos frente a sus perspectivas de negocio en el futuro?

 

Si no se puede convencer a la sociedad del peligro del calentamiento global sensibilizándola con la muerte de especies animales y vegetales aún más antiguas que el hombre mismo, convenzámosla con el único argumento que parece importarle: desastre ecológico es igual a  menos dinero en las arcas.  Si la avaricia puede más que la razón para conservar una ballena más saltando en las afueras de Gorgona, bienvenida sea ésta.

7 comentarios »

  1. Es una realidad que el calentamiento global, nos está llevando al abismo ecológico. La conciencia de la gente no esta desarrollada para comprender por ejemplo que los consumos diarios de energía en parte contribuyen a la degeneración de la capa terrestre, que la tecnología que cada día nos sirve de mucho tambien nos hunde en la destrucción del planeta.
    Ojala existiera más gente con conciencia ecológica para que este planeta en un futuro no muera ahogado por el mercantilismo que lo consume.

    Comentarios por Emilia Lucía — abril 8, 2008 @ 11:52 am | Responder

  2. Aunque las políticas ambientales deberían ser internacionales y verdaderas, yo creo que es importante el papel que cada uno de nosotros decida cumplir frente al medio ambiente.

    Yo no confío en los intereses de los magnates y grandes gobernantes (que en últimas son los mismos). Por eso prefiero hacer las cosas bien en mi casa y al menos sentir que en el gran desastre ecológico no tuve mucho que ver.

    Es muy sencillo cuidarnos pero somos tercos e ignorantes.

    Comentarios por Catalina Trujillo de la U — abril 8, 2008 @ 2:27 pm | Responder

  3. Por esa misma terquedad e ignorancia estamos asi… Creo que es ya casi imposible detener este mal…

    Comentarios por YeRu$h@ — abril 8, 2008 @ 3:30 pm | Responder

  4. Creo que la solución debe ser integral. Por una parte debemos poner de nuestra parte para ahorrar los recursos naturales, lo cual no es facil por la manera en la que hemos crecido, pero se debe hacer el esfuerzo. Por otro lado, los grandes generadores de polución son las grandes empresas, éstas sólo cambian su comportamiento si representa algún beneficio económico, por tanto, inevitablemente los gobiernos deben estar a la cabeza de cualquier iniciativa que pueda salvar un árbol en las selvas del mundo.

    Comentarios por darioperezb — abril 8, 2008 @ 7:23 pm | Responder

  5. En el texto vos ya dijiste que es lo que pasa. Qué le importa a un empresario que en 20 ó 30 años se agote tal o cual recurso o se extinga cual o tal especie si en 10 años puede hacer la diferencia monetaria para vivir el resto de su vida tranquilo??? La avaricia y la codicia son a corto plazo; los desastres naturales a largo plazo. Va a ser imposible que se aunen alguna vez, salvo cuando ya es demasiado tarde para el segundo.

    Y además está la tendencia autodestructiva de todos nosotros, los seres humanos.

    sevemos

    Comentarios por Poio — abril 9, 2008 @ 9:24 am | Responder

  6. Hola. Te dejé algo por acá: http://catalinatrujillo.wordpress.com/2008/04/13/%c2%a1vea-pues/ 😉

    Comentarios por Catalina Trujillo de la U — abril 13, 2008 @ 1:16 pm | Responder

  7. sin duda que es asi…. el mundo lo mueve el dinero (yo pensaba q era la gravedad del sol) pero para convencer a este tipo de personas hay que darles argumentos que le duelan en el corazon o mejor dicho… en el bolsillo. Yo estudio arquitectura y a veces te puede tocar un cliente terco que quiere algo feo como proyecto y muchas veces hay que usar la psicologia hablando de costos y economizar para poder vender parte de tu idea, hay que ser asi porque este mundo que se mueve por el dinero (ya sabemos de que esta relleno el sol) no entiende de arte ni preservación de animales en extincion…

    Comentarios por vanedesanz — abril 25, 2008 @ 3:08 pm | Responder


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