Merry Chains

El mito del natalicio de Jesucristo, representante en la tierra del Dios de los cristianos, se ha convertido en una de las celebraciones más icónicas de nuestro tiempo. Si bien el concepto religioso se ha disipado en el tiempo y ya son relativamente pocos los que celebran esta fecha de acuerdo a un significado teológico y filosófico, gran parte del mundo occidental se une a la fiesta alrededor de la Navidad. En ciertas partes del mundo un gordo bonachón recorre el cielo en un trineo mágico llevando regalos, mientras en otras partes un pequeño niño en pañales, con pésimo mercadeo y peor manejo de imagen, se encarga de alegrar los rostros de aún inocentes niños. Sin importar la forma o el origen, esta época fortalece, en la mayoría de las personas, su deseo por estar en paz con sus amigos y familiares, es época de olvidar tragos amargos y, ya sea embruteciendo el cerebro con alcohol, rezando con devoción o bailando tras el repetitivo ritmo chucu-chucu tan popular en el interior de Colombia, cientos de seres crean una alegría colectiva que termina por contagiar el ambiente. No me deja en paz, sin embargo, la imagen de miles de secuestrados que aún en estos días de júbilo se pudren en medio de la selva o en improvisados cambuches en medio de las metrópolis colombianas.